Eco del humo (2014), dirigida por Juan Álvarez-Durán.
No hace mucho, vio Eco del humo en la sala de un cineclub. Al salir, alguien le preguntó qué le había parecido la película. Mala, dijo ella, y luego intentó matizar, la idea podía haber sido un punto de partida inteligente, pero las películas necesitan más que ideas, y en esta peli hay demasiado que que no funciona, aunque ese rato no pudo decir mucho más. Llegó al lugar donde vive y anotó, en desorden, algunas cosas.
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Un boliviano fantasea con irse a vivir a Europa, pero está atrapado en su país. Así, en abstracto, la idea le parece inteligente. En eso, recibe la visita de una extranjera, que se queda en su cuarto y a la que el boliviano lleva a pasear por algunos lugares de La Paz. Al escribir esto, se da cuenta de que está escribiendo ‘una extranjera’, aunque la actriz nunca dejó de ser una actriz para ella y tampoco le produjo la impresión de ser una extranjera. Juntos van a varios miradores, a un mercado, a lo que parece un lupanar, a momentos parece que ambos se atraen, que se establece algo, una relación de complicidad pero también de falsas expectativas, entre los dos. Y Ya no puede seguir escribiendo la sinopsis, la distancia entre lo que se supone que pasa y lo que se ve en pantalla es enorme. En pantalla, el boliviano y la extranjera son muñecos nerviosos, moviéndose en escenarios estilizados, recitando lugares comunes sobre ciudades bolivianas y europeas, moviéndose como pueden dentro de una estructura visual que imitada demasiado – y mal – el cine de los maestros europeos del siglo pasado, sobre todo Bresson y también Antonioni. Pucha, se había prometido intentar no escribir una reseña agresiva y tiene la sensación de que ya lo está haciendo.
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Para funcionar, había anotado, esta película necesitaba provocar una atmósfera que como mínimo fuese verosímil. O creíble, ahora le parece mejor esta palabra. Pero, había anotado, hay demasiado que te saca de la película. Que te saca de la película, eso. Una película como ésta, donde la narración recae sobre todo en la presencia, acciones y diálogos de los personajes, requiere que una esté inmersa del todo, y en Eco del humo los personajes no dejan de ser actores incómodos, nerviosos, tensos y todo su cuerpo grita (aunque ellos estén en silencio) “¡no te olvides que estamos intentando hacer una película de ficción!”. La corrección de color también aplasta esta película, había anotado. Pero, ¿qué quería decir con eso? Que las imágenes han sido estilizadas en exceso, en postproducción han reducido la gama de tonalidades y la han movido hacia la opacidad, produciendo un efecto de Photoshop que a ella le parecía un poco trucho, notorio sobre todo en los grandes planos generales de La Paz. Y la tipografía para las cartas del boliviano... todavía no consigue precisar por qué, hace que los planos en que aparecen le recuerden demasiado a una presentación de Power Point. Tal vez estas decisiones habrían sido menos dañinas en otra película, pero aquí sólo contribuía a la sensación general de falsedad. ¿Falsedad o inverosimilitud o acartonamiento? Cualquier de los tres, pero la última palabra le gusta más, es menos rara.
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Álvarez ha optado por planos fijos para toda la película, y ella se había preguntado si esos planos fijos encuadraban algo que merezca mirarse. Pensó en el ascetismo de Bresson, sintió ganas de ver partes de El diablo probablemente, quedó rendida ante la presencia de esos jóvenes desencantados. ¿Desesperados? ¿Por qué podía Bresson usar tantos planos fijos? Porque la presencia de sus modelos se imponía, por la manera en que enmarcaba las manos de estos modelos, porque juntos, estos planos, construían un arco narrativo materialista y al mismo tiempo sobrenatural, son las cosas que se le ocurren ahora, aunque de seguro hay más. Pensó en Antonioni, buscó secuencias de Zabritsky Point en Youtube ¿Por qué podía Antonioni usar planos fijos? Porque podía exigir a los cuerpos de sus actores que se pusieran en situaciones extremas, porque podía diseñar espacios arquitectónicos que se traguen esos cuerpos, porque disponía de la maquinaria pesada como para hacer estallar una casa si era necesario, es lo primero que se le ocurre [1]. Busca en Google, “Bresson Antonioni”, y encuentra un texto de 1985:
En un plano de Bresson se puede leer a contrapelo el alma del modelo, en un plano de Antonioni no hay revés que leer: porque no hay alma. El plano es una superficie, de una luminosidad restallante, pero ilegible. [*]
[1] No es tan ingenua como para pensar que se trataba sólo de talento. Si Antonioni podía hacerlo es porque disponía de una industria, con todo lo que ésta implica.
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En su cuaderno, había anotado también que Eco del humo sufría de alegorismo nacional. Como gran parte de las películas bolivianas, piensa ahora. Los personajes parecen representar estereotipos, conceptos, y un concepto no puede dudar, o transformarse de pronto. Uno de los momentos más introspectivos de Geraldine ocurre cuando está paseando por... el Museo Nacional de Antropología y Folklore! (Ella se pregunta: ¿por el sólo hecho de tener padres bolivianos?) Frente a un espejo Santiago utiliza su semen para blanquearse. (¿Ella tendría que suponer que es la manera más práctica de aclararse la piel?).
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Ella relee las Notas sobre el cinematógrafo: Extrae de tus modelos la prueba de que existen con sus rarezas y sus enigmas.
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Ella relee las Notas sobre el cinematógrafo: Extrae de tus modelos la prueba de que existen con sus rarezas y sus enigmas.
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Busca en google si alguien ha escrito ya otra reseña de esta película, encuentra un texto de uno de los comentadores de cine más prominentes de este país, lo lee a la rápida y le da la misma impresión que la mayoría de las reseñas de este sujeto, es un texto de mierda, prosa burocrática, sin compromiso con la película o con lo que sea que entendamos por cine, lo mejor que puede decir de Eco del humo (que por otra parte es lo que dice de todas las películas que ve) es:
[En esta película] se destila una reflexión sobre la identidad boliviana (¿que se construye como mera apariencia?) a partir de un ensayo visual.
Cretino.
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Aún si tendríamos las posibilidades de imitar a Bresson o a Antonioni, ¿qué sentido tendría? ¿No han sido imitados hasta el punto de convertirlos en ... no se le ocurre una palabra, ¿no han sido demasiado imitados? ¿Y acaso sus películas no provienen de necesidades, experiencias creativas y ambiciones muy distintas de las nuestras? Marx le atribuyó a Hegel eso de que la historia ocurre una primera vez como tragedia y la segunda vez como farsa. Al igual que Eco del humo, la mayoría de nuestras películas ocurren como farsa, pero la gente que escribe sobre cine en este país no se da cuenta de eso. En el mismo texto de 1985, encontró esto:
Es difícil ser moderno toda la vida. [...] Ya es hermoso que una vez en su vida un cineasta golpee a su público en el corazón, que haga tambalearse las rígidas certidumbres de sus contemporáneos, deberíamos abstenernos de exigirle que copie una y otra vez esa obra. [*]
Y deberíamos abstenernos también nosotras de exigirnos copiar una y otra vez.
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En los créditos de Eco del humo, vio los logotipos del Ministerio de Culturas y Turismo y el del Fondo de Fomento a la Educación Cívico Patriótica y le dio curiosidad. Sólo sabía de otra película que había recibido este misterioso fondo, Olvidados, dirigida por un director olvidable y producida por la infame Carla Ortiz. En todo caso, ¿cómo es que Álvarez u Ortiz pueden acceder a este fondo? ¿Está disponible para cualquiera?
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Ahora está buscando textos de Antonioni y encuentra esto (es su traducción):
[...] mientras que un pintor tiene que descubrir una realidad estática, o tal vez incluso un ritmo, pero un ritmo detenido en el aire, el problema para un director es atrapar la realidad un instante antes de que se manifieste por sí misma y plantear ese movimiento, esa apariencia, esa acción como una nueva percepción. No es sonido: palabras, ruido, música. No es una imagen: escenario, una expresión, un movimiento. Sino un todo que no puede descomponerse.
Cuando decimos que las personas a las que nos acercamos son todos personajes potenciales, sobre cuyas caras ocurren expresiones, de cuyas bocas vienen líneas; esos lugares no son sólo imágenes sino ritmos, vibraciones; esos eventos cotidianos muy seguido toman significados simbólicos; tenemos que añadir que son las relaciones de todas esa cosas entre ellas en tiempo y espacio que tienen sentido para nosotros. Es la tensión que se forma entre ellas.Esta es, creo, una manera muy especial de estar en contacto con la realidad. Perder este contacto o, mejor, perder esta “vía” puede significar esterilidad.
Eso mismo, don Michelangelo.
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Si no está mal informada, Eco del humo se estrenó el 2014, lo que le hace pensar que se habrá filmado en 2013 o 2012. Cuando ella terminó de escribir su reseña, pensó que sería posible hacer el siguiente ejercicio. ¿Qué estaba pasando esos años en el cine narrativo en otras partes del mundo? Obvio, es una pregunta demasiado amplia para una sola persona, pero tal vez mencionar algunas de las películas que vio (en esos años) sería suficiente para que algo parecido a una respuesta se comenzara a perfilar. Esos años se estaban estrenando Post Tenebras Lux, P3ndejos, Jauja, Caballo Dinero, Cementerio de Esplendor, Historia de mi muerte. ¿Qué dicen las lectoras?