De:
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xx yy (xx yy@gmail.com)
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Enviado:
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jueves, 20 de octubre de 2016 05:07:20 p.m.
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Para:
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pequeñas carnivoras (pequeniascarnivoras@hotmail.com)
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El jueves 13 he ido a la inauguración del Alucine en la Cinemateca pensando que iba a ver Los pensamientos que una vez tuvimos, de Thom Andersen. He hecho fila para averiguar si había que comprar las entradas o si las entregaban gratis por orden de llegada.Sabía que el Alucine no iba a ofrecer proyecciones gratuitas y esperaba que no hubiera que pagar para la película inaugural. Pero cuando le pregunté a la encargada de boletería ella me dijo que las entradas estaban disponibles sólo con invitación. Me dio rabia porque sabía que no iba a haber otra oportunidad para verla. Me ha parecido insultante que una película hecha de referencias cinéfilas esté reservada para los esnobs selectos de la élite ‘cultural’ de La Faz y para los políticos profesionales.
Al retirarme de la fila, he mirado que un chango se acercaba a sus
amigos, sacaba invitaciones de un sobre, se las daba y todos felices. Me di cuenta que otros hacían lo mismo, entre ellos el curador del
SIART, Joaquín Sánchez, y la directora de la Cinemateca,
Mela Márquez. Una mujer que tampoco estaba invitada se le acercó a Márquez para
preguntarle qué había que hacer para estar invitado. Visiblemente nerviosa, Márquez contestó que ella no era responsable de la organización y que había
sido una decisión de Cinenómada (que como todos saben debería llamarse cine llunk’u y no apropiarse de un término
tan bello). O sea, la Cinemateca hace lo que dicen los patrones.
Me he ido a dar una vuelta a ver si se me pasaba el empute.
Regresé a la cinemateca como media hora más tarde suponiendo que
muchxs mama vergas no irían a la peli y que iba a haber espacio en la sala y
entonces me iban a dejar entrar. Me he acercado otra vez a la boletería y he preguntado si me podían
dejar pasar. Los encargados me han contestado que había espacio en la sala pero
que no podían dejar pasar a nadie que no esté invitadx.
Mientras yo estaba preguntando, una chica ha intentado colarse por la segunda
puerta de salida de la sala, dos vigilantes la han visto y han corrido a
llamarle la atención. Al frente de esta puerta, en un banco, había varixs chicxs esperando
para entrar. Me he quedado cerca de ellxs. Entonces he visto que un chico escribe ‘’ELITISTAS’’ sobre un
papel, se lo pone sobre el pecho y empieza a mostrárselos a lxs guardianes.
Les habrá provocado miedo o un ataque de sentido común, porque unx de lxs
guardianes se nos ha acercado y nos ha dejado pasar.
No sé cuánto de la película nos hemos perdido, todavía hemos podido ver
como una hora. Esto tendría que ser largo y elaborado, pero, a diferencia de los artistas jailones y los llunk'us, también tengo que dedicarme a empleos mal remunerados para pagar las cuentas, Así que me toca resumir: Los pensamientos
que una vez tuvimos no me ha parecido una gran película. Lo más divertido y emocionante ha sido ver
fragmentos de películas clásicas y leer trozos de Deleuze, pero había esperado un montaje que me mostrara
algo nuevo y lo que encontré fue teoría ilustrada.
La película terminaba con una cita que decía más o menos que a los desposeídos el
cine tendría que restituirles todo, lo que no dejaba de ser un comentario
irónico tratándose de una sala llena a medias cuyo público se componía de artistas
privilegiados y funcionarios públicos. Se suponía que Andersen iba a dar una charla y responder preguntas
después de la proyección, pero no apareció. (Luego supe que había sufrido un enfisema pulmonar.) El que apareció fue Valdivia diciendo que había fiesta y trago gratis. No sé si ha sido consecuencia de haber entendido a Deleuze en un súbito momento de iluminación.
Aunque el Festival Alucine no se caracteriza por un programa curatorial elaborado (no va más lejos que las pajas mentales de Valdivia), me pareció que esta inauguración aclaraba su espíritu. En primer lugar, un festival discriminador y elitista que ha hecho inaccesible Los pensamientos que una vez tuvimos para todos los outsiders y donde ver una película cuesta veinte bolivianos. Segundo, un festival pretencioso que privilegia el protocolo antes el amor y la curiosidad por el cine. Un festival que apenas proyecta ocho películas, pero se tira la plata en fiestas fastuosas y en traer a todos los directores para que den una charla (esto parece más bien una maniobra de Sánchez y Valdivia para hacer contactos). Para terminar, un festival fetichista y desorientado que sobre todo proyecta películas, con la posible excepción de Adiós al lenguaje, cuyas condiciones de producción son inalcanzables para un país periférico como éste.
Aunque el Festival Alucine no se caracteriza por un programa curatorial elaborado (no va más lejos que las pajas mentales de Valdivia), me pareció que esta inauguración aclaraba su espíritu. En primer lugar, un festival discriminador y elitista que ha hecho inaccesible Los pensamientos que una vez tuvimos para todos los outsiders y donde ver una película cuesta veinte bolivianos. Segundo, un festival pretencioso que privilegia el protocolo antes el amor y la curiosidad por el cine. Un festival que apenas proyecta ocho películas, pero se tira la plata en fiestas fastuosas y en traer a todos los directores para que den una charla (esto parece más bien una maniobra de Sánchez y Valdivia para hacer contactos). Para terminar, un festival fetichista y desorientado que sobre todo proyecta películas, con la posible excepción de Adiós al lenguaje, cuyas condiciones de producción son inalcanzables para un país periférico como éste.
O sea, otro festival reaccionario más.
Éste es blog no es un grupo cerrado. Recibimos contribuciones, propuestas o cualquier otra cosa en pequeniascarnivoras@hotmail.com.
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