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viernes, 20 de noviembre de 2015

4 en 1

4 en 1 (20', HD), dirigida por Paolo Agazzi

4 en 1
es un ejemplo extremo de lo jodido que está la mayoría del cine boliviano de ficción. Es un cortometraje tan deficiente, torpe y reaccionario, que resulta pedagógico acerca de los problemas de una forma de pensar y hacer cine, cuyas limitaciones se pueden rastrear con claridad durante sus 20 minutos de duración.

4 en 1 es un cortometraje, como lo presenta su director, ‘sobre distintos tipos de violencia de género’. El cortometraje está compuesto por 4 planos fijos, de 5 minutos de duración, en los que aparece invariablemente una mujer ocupada en una actividad cotidiana – la primera, por ejemplo, plancha - , mientras que, en el plano sonoro, se escucha el sonido de otra situación, que remite a la violencia que sufre la mujer que aparece en el cuadro – el plano de la mujer que plancha está acompañado de las voces de cuatro hombres emborrachándose, jugando al cacho, y haciendo comentarios machistas.

4 en 1 es, desde el comienzo, un cortometraje de estereotipos. La madre abnegada que plancha y trabaja en casa, mientras su esposo se emborracha; la adolescente que va a la iglesia a rezar, arrepentida, después de que su novio la ha violado; la mendiga que pide dinero en la calle, mientras una mesera española lee el menú de un restaurante carísimo; la bebé inocente que duerme mientras sus padres se insultan y se lastiman. Parece que Agazzi sabe o ha leído poco acerca de las mujeres y sus luchas concretas en este país, y no encuentra otra forma de representarlas que recurriendo al sentido común.   


Por otra parte, la voluntad de representación totalizante del cortometraje no ayuda a darle mayor profundidad. El que aparezcan cuatro mujeres de distintas edades y clases sociales, no permitedetenerse en ninguna de ellas, y se termina reforzando la simplificación.  
 

Si bien 4 en 1 es un cortometraje de estereotipos, podríamos esperar que al representarlos Agazzi exhiba más destreza, y los construya con matices, claroscuros, ingenio. Pero la representación – que viene sobredeterminada por el sonido extradiegético – es muy tosca, inverosímil, casi ridícula: los hombres que juegan al cacho parecen sacados de un show cómico, la mesera del bar tiene acento español (en un país en el que todo lo que se imagina como europeo tiene un lugar preponderante), la conversación mientras los amantes están supuestamente cogiendo es falsa y grotesca. Y todo esto porque, ni intentando tratar un problema social real, Agazzi puede salirse de la falta potencia que le da una puesta en escena férreamente controlada, cuyos fundamentos son el guión rígido y la actuación.


Agazzi ha dicho que se trata de un cortometraje experimental. (Esto dice de mucho de cuánto cine ve, y de qué tipo de cine se trata.) Pero 4 en 1 es más bien una muestra de que la experimentación no tiene tanto que ver con las convenciones banalizadas del llamado cine lento, como con una práctica del cine que encuentra una forma necesaria. A pesar de sus planos fijos, de su alejamiento de las acciones visuales, y de su sonido dislocado, 4 en 1 no hace más que reproducir la forma de realización decadente del cine de ficción boliviano y el sentido común sobre la violencia de género.

(Aunque no vamos a negar que puede resultarle útil a algún ministerio o a alguna organización financiada por la cooperación internacional en sus nobles tareas de educación.)

1 comentario:

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