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miércoles, 2 de diciembre de 2015

Procrastinaciòn o la revolución en el jardín

Procrastinación (2015, 70’), dirigida por Sergio Pinedo 
Sinopsis: Es una serie de imágenes, situaciones y eventos aleatorios; un registro visual atemporal de personajes, lugares e historias, una creación narrativa a través de la conjunción de eventos grabados en secuencias aleatorios involucrando a 4 personajes que carecen de moral, ética y “normales” o “tradicionales” aspectos de comportamiento. Todo apilado en el mismo registro de grabación que muestra un aspecto oscuro del comportamiento, la aleatoriedad de la vida y una mirada sombría de todos nosotros. (www.festivalcineradical.com)


Procrastinación tiene la forma de un vhs que ha sido muchas veces regrabado, en el que han quedado sedimentadas varias capas de memoria, donde las imágenes de los performances de una familia extraña e inverosímil conviven con imágenes televisivas o con el registro de lo que parece una fiesta nativa o fotografías de un rollo de 35mm.

Procrastinación no parece obedecer a ninguna trama u ordenamiento, se postula como sucesión de imágenes de ficción, domésticas, rastros televisivos, parece un corte posible, entre otros, del caótico espacio visual de este país.

Así, en sus mejores ratos, Procrastinación se presenta como una superficie pura, como un serie de presencias que no sólo resisten sino que rechazan toda interpretación, una suerte de hecho cinematográfico total, que pone en entredicho la tendencia de usar el medio cinematográfico para ensayar alegorías de la nación boliviana  – y pensando en esto la elección del título es un gran acierto. Voy a recordar por mucho tiempo el plano nocturno y misterioso de los miembros de la familia vestidos con trajes de morenos, deslizándose por las calles de La Paz, burlándose de todos.

Sin embargo, Procrastinación no se abandona al azar y al descontrol, y no se abandona porque, a pesar de todo, no deja de creer (o cree a medias), en los personajes de ficción, en la puesta en escena, en la cordura. Las secuencias dedicadas al ocio de la familia, que ocupan la mayor parte de la película, no dejan de parecer improvisaciones parciales, pudorosas,  que están muy cerca de los registros de los momentos de ocio de las clases altas bolivianas. Ahí, el escándalo es un escándalo privado, circunscrito a la casa, a la finca, al automóvil, donde los incestos son un tema de conversación inofensivo, y la violencia se limita a la destrucción de objetos inútiles. En lugar de continuar con la creación y el registro de imágenes improbables, de un irracionalismo poderoso, Pinedo se abandona a una suerte de crónica superficial e idealizada de un grupo de jóvenes alegres y privilegiados.    

Cuando le preguntaron cómo había decidido la duración de la película, el director respondió que en realidad la película podía haber terminado en cualquier otro lugar, tal vez seis horas después. Bajo la misma lógica, el espectador podría preguntarse si acaso Procrastinación no podría durar 60 o 50 minutos menos, (o ser proyectada continuamente en otro espacio, una galería de arte, digamos, donde el espectador podría decidir cuando retirarse). Así, circunscrita a una arqueología de planos enigmáticos, inenarrables, irreducibles a un proyecto clasista o una representación estatal, tal vez Procrastinación me habría deslumbrado.
  



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