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jueves, 31 de diciembre de 2015

Las pequeñas carnívoras
no le pertenece a ninguna mafia,
no rinde cuentas a ningún
cacique apoderado de la cultura,
ni le tiene miedo a sus groupies.

Sólo se propone el ejercicio de la crítica.
Mejor: de la crítica de la crítica,
ayudar a evitar que la conversación sobre el cine en este país
- sobre las artes en general -
se estanque en la mediocre zona de confort,
derive en el ejercicio de palmadas en la espalda,
en la conversación entre amigos,  
que se hace pasar por periodismo.

Todo eso a lo que nos tienen acostumbradas.

Nos emputa la mediocridad general.

No somos sectarias,
si quieres publicar tus textos / reseñas / artículos
o participar del sitio,
avísanos
o déjanos comentarios  
sólo pedimos que sean ideas,
no chismes, no basura. 


Feliz año.   

martes, 22 de diciembre de 2015

Caja de Resonancia 011 : Qué dice y qué no dice la crítica en los medios bolivianos


Se sabe que, en los países postcoloniales, las instituciones surgidas en los países del Atlántico Norte e imitadas por élites políticas e intelectuales, acontecen como farsa o, al menos, de una manera extraña. El caso más notorio es el de las instituciones más clásicamente estatales, como la policía o el poder judicial, pero también podrían enlistarse las universidades, las bibliotecas, y, aunque los intelectuales y artistas no se pasen el trabajo de pensar en eso, los centros culturales y otras organizaciones que conforman el campo del arte.

Además de ser el encargado del Museo de la Revolución Democrática y Cultural (que le ha costado al Estado 47 millones de bolivianos), Joaquín Sánchez se presenta a sí mismo como artista curador. De un curador uno esperaría, entre otras cosas, que sea capaz de ofrecer interpretaciones estimulantes de las obras que muestra, ofreciéndolas en el marco de ideas de estética trabajadas, y que sea capaz de justificar sus decisiones. Pero lo que Sánchez muestra, quincena a quincena, es que, o está muy ocupado curando los más de 10 mil regalos que ha recibido el Presidente, o su potencial como curador es inversamente proporcional al peso de sus redes sociales - y no se eleva con la multiplicación innecesaria de palabras a la que suele apelar. Como gran parte de las supuestas críticas, reseñas y el periodismo cultural que se publican en los medios bolivianos, sus textos se aproximan más a la publicidad y a las notas sociales más que a la curaduría. No conocemos la obra de Mateo Caballero, pero podemos decir que el señor Sánchez no parece el más capacitado para hablar de ella.
  •          “El problema de la fotografía es que se presta a muchos usos, todos ellos de los más variados; sin embargo, ha contribuido a configurar el arte de los últimos siglos”. ¿Muchos usos, todos ellos de los más variados? ¿Cuáles son estos usos? ¿Y cómo ha configurado la fotografía el arte de los últimos siglos? (Por cierto, si no estamos equivocadas, la fotografía tiene más o menos dos siglos de existencia, no habría ayudado decirlo?) Sánchez desperdicia el poco espacio que tiene en redundancias y generalidades, pero es incapaz de hacer precisiones que, éstas sí, mejorarían su texto.
  •          “El uso personalizado del blanco y negro dota a sus obras de una estética personal que acentúa el contraste de luces y sombras, logrando llegar a la esencia de cada una de sus imágenes.” De nuevo, ¿de qué manera es que el uso del blanco y negro dota a sus obras de una estética personal?, ¿en qué radica lo personalizado de este uso de blanco y negro? Es obvio  que acentúa el contraste de luces y sombras, pero, ¿por qué esto llevaría a la esencia de cada una de las imágenes? ¿No habría ocurrido lo mismo en una fotografía a colores?  
  •      “Caballero es músico, y un creador de gran personalidad. Su obra tiene el carácter que le imprime su mirada única, extraída de frondosos mundos sonoros. Sus obras no se parecen a las de nadie, ni se ve en él rastro de otros…” ¿No habría sido mejor, en lugar de deshacerse en elogios, decir de qué manera la formación de este artista está vinculada a su obra actual? Y luego, ¿no resulta sospechoso y desproporcionado hablar, a estas alturas y de esta manera, de una “mirada única” y de “obras [que] no se parecen a las de nadie”? ¿Habrá escuchado hablar Sánchez de la muerte del autor?
  •          Más de lo mismo en un artículo corto: “Un creador de gran personalidad.” “”Una honestidad y sinceridad profundas” “Una búsqueda constante de sentimientos únicos” “Caballero es, sin duda, un artista que ha buscado la perfección técnica para plasmar y expresar su personal e influyente visión.” Parece que Sánchez no conoce la regla básica de mostrar, no decir. Lo que habría tratado un curador es señalar cómo es que la fotografía de este artista es una de las más interesantes, dejándole, en todo caso, más libertad al lector para interpretar.
  •          La dejadez, el desparpajo formal y la falta de cualquier mesura y rigor, llevan a Sánchez a una visión que de tan banal ronda lo retrógrado: “¿Cuál es la fuerza que une a la música, la moda y la fotografía? ¿Quizás sean los puntos blancos que proyectan los sombreros de una mujer del campo cochabambino? ¿O las luces que encandilan los rostros desde las profundidades de una mina?” Aquí, dos identidades sociales subalternizadas aparecen dislocadas, despojadas de toda densidad y contexto históricos, como un pretexto o lugar del goce estético del curador, que, como remate, las vincula al mundo de la alta moda, un lujo de la clase alta.



jueves, 17 de diciembre de 2015

Caja de Resonancia 010 : Qué dice y qué no dice la crítica en los medios bolivianos

CDR010 - M. Heinrich "Piñeiro y las quimeras" (Opinión, Diciembre 2015)


En términos de visibilidad publicitaria y presencia mediática, el audiovisual boliviano vive un momento dulce. Varios artículos se dedican a una misma noticia, si nos atrevemos a llamarla así, difundiendo la participación de un cortometraje boliviano en un festival internacional o el inicio de un proyecto, con un entusiasmo que bordea el exceso del hincha futbolero, y no hay semana en la que los medios locales olviden publicar notas sobre el tema. Parte de ese mérito --es decir, la existencia de una infraestructura promocional/periodística especializada--, le corresponde a gente que viene trabajando en el área durante largo tiempo y casi siempre tras bastidores, escribiendo con regularidad en blogs o como periodista invitado en medios tradicionales. Es el caso de Mónica Heinrich, quizás la crítica de cine más notoria de Santa Cruz y una de las contadas mujeres que se dedican a ello en el país. A la escritura de la cruceña la caracteriza una desprolijidad que sus fanáticos aseguran está en función de un contenido frontal, directo, y por lo general despiadado a la hora de emitir opiniones. A nosotros siempre nos ha resultado una elección estilística demasiado informal, insufrible en las licencias que se toma a partir de ese tono "de charla de café". Es posible que, para algunos, eso haga la lectura de Heinrich más disfrutable desde la perspectiva literaria que de la crítica cinematográfica. Más próxima al suplemento juvenil de un diario o la comedia amateur de un blog que de la crítica circunspecta de otros medios. Aquí no vamos a discutir eso. Sin embargo, como en la nota que ahora comentamos, es necesario considerar las contradicciones que esto genera. Y, quizás, comenzar a plantear distinciones más claras entre periodistas, críticos, y columnistas de opinión, en la esfera del audiovisual boliviano. La presunta renovación y evolución profesional del rubro parecen demandarlo, ¿verdad?


  • "Amazonas es el cuarto trabajo audiovisual del paceño Carlos Piñeiro y lo delata como un realizador sólido. En nuestro país eso no es muy común, la mayor parte de los directores son irregulares así que encontrarse con alguien que pieza a pieza muestra coherencia en su visión es alentador." Nos preguntamos si esa irregularidad es patrimonio exclusivo de los directores bolivianos, o acaso un efecto colateral de una producción prolífica en cualquier ramo artístico, sea cual sea la nacionalidad de uno. En todo caso, Heinrich prefiere aprovechar el espacio para picar a "la mayor parte de los directores [bolivianos]" en lugar de profundizar en las características que han de la obra de Piñeiro "sólida" y "coherente".
  • "Con Plato Paceño quedé convencida que Piñeiro lo tenía y que la dupla formada con Pablo Paniagua le daría grandes cosas al cine boliviano. Hoy, al ver su cortometraje Amazonas, confirmo esa percepción." Un caso típico de mi opinión es importante porque mi opinión es importante. Como lectores no nos importa que Heinrich se convenciese de algo, pero sí los argumentos detrás de ese convencimiento, cosa que no se ofrece en la nota.
  • "El guion (autoría de Piñeiro) nos insinúa lo que ocurre, no lo subraya. El director paceño hace un cine en el que los climas son dibujados con precisión." ¿No es contradictorio decir que un cine "insinúa" pero a la vez "es preciso"?
  • "Esa es la premisa, la línea de partida y la trama se desarrolla en apenas 15 minutos." No queriendo ensañarnos con el horror gramatical de esta oración, sí que nos parece curioso que la brevedad de un CORTO-metraje le resulte llamativa a Heinrich. Al menos lo suficiente para destacarla en el segundo párrafo dedicado a comentar la obra.
  • "Quizás el mayor pero que le pongo es que a nivel global faltó un punch, un golpe que eleve el corto a otro nivel, el relato quedó muy frío para lo que se contaba o se intentaba decir." Y este, a menos que el lector tenga una máquina mágica para meterse en la cabeza de Heinrich y conocer así sus expectativas, es un comentario indescifrable. Por otro lado, ¿no es el error más básico de un crítico juzgar una obra por no alcanzar las expectativas que se tiene, en lugar de valorar aquello que la obra contiene realmente?
  • "Es decir, a su historia mínima le falta algo de contundencia."
  • "Otro problema (del que adolece todo el cine nacional) es la dirección de actores. Entiendo que se trata de actores naturales, pero la falencia en la interpretación de una situación tan complicada sí le quita puntos a una historia que se nutre de las emociones que sus personajes transmiten." Otra contradicción interna. ¿La actuación es mala pero los personajes sí transmiten emociones? ¿Será que Heinrich leyó el guión del corto y sí percibió las emociones que los personajes transmitían, allende su posterior encarnación actoral? ¿A qué se refiere entonces?
  • "No ocurre. Su final llega y surge una sensación de que nos debe algo más." De nuevo, la obra y el director no te deben nada. Comentemos sus decisiones, las soluciones narrativas que Piñeiro adopta para concluir el cortometraje, no un hipotético saldo. Un creador no tiene porque hacer la película que tú tienes en la cabeza, que por cierto nadie garantiza será "mejor" que la efectivamente rodada, sino que se debe a su material. A este paso va a resultar que el amateurismo del arte boliviano se refleja también en sus críticos, igualmente amateurs; capaces de cometer errores de primer curso de teoría crítica/estudios culturales. ¿Por qué no me sorprende eso?
  • "De todas formas, es un trabajo más que correcto." Y esta crítica es una muestra soberbia del difícil arte de criticar sin criticar.
  • "En Amazonas no hay un solo plano feo, mal compuesto, todo está dentro de un preciosismo que se agradece." Ay. El viejo truco de elogiar la fotografía/cinematografía de una película porque es su única basa de salvación. El clásico caso de César Pérez en el Sanjinés tardío, Miguel Valverde en "Evo Pueblo", o Ernesto Fernández Tellería, el Janusz Kaminski del pseudo thriller hollywoodense que por alguna extraña razón fue tan popular en Bolivia hace una década ("American Visa", "El Atraco").
  • "Piñeiro, por su parte, se aleja de la seudo-experimentación de algunos realizadores de su generación, de las aspiraciones hollywoodenses de otros y poco a poco construye como cineasta una personalidad, un estilo." Ok, no vamos a repetir que Heinrich no desperdicia ni un segundo para pegarle a sus viejos enemigos de siempre, pero... ya sabemos lo que Piñeiro NO es. El drama está en que incluso aquellos que hemos visto su obra, leyendo la valoración de Heinrich, tampoco terminamos de entender lo que SÍ es. ¿Y si en lugar de criticar a cineastas que no tienen vela en este entierro, esta oración la dedicamos a englobar la obra de Piñeiro en un comentario que ilustre su germinal "personalidad, estilo"?
  • "Su Amazonas se inscribe dentro de los buenos cortometrajes que se han realizado este año y hace que siga siendo un realizador al cual mirar con interés."


miércoles, 9 de diciembre de 2015

Caja de Resonancia 009: Qué dice y qué no dice la crítica (oficial) en los medios bolivianos


Aunque ha cursado una carrera de pregrado y una maestría en Oxford, el Presidente del Centro de Investigación Social (CIS) de la Vicepresidencia no tiene una sola publicación académica relevante. Salvo que ser que ser editor de una revista de periodismo híper comercial para estudiantes angloparlantes que están aprendiendo español pueda considerarse un mérito académico. ¿Cómo es que ha conseguido este puesto?, ¿le bastaron unos meses de hacer de intelectual televisivo y columnista?, ¿no había nadie mejor? (Sin ir muy lejos, casi todos los investigadores del CIS – sus subordinados - tienen mayores credenciales académicas que él), ¿nadie quería ocupar esa posición?, ¿o será verdad que el Vicepresidente tiene una debilidad  por los jóvenes de clase alta, vestidos con ropa cara y revestidos de un toque étnico*?

La entrevista con el suplemento Animal político es excelente para hacernos una idea de este intelectual orgánico del proceso de cambio:
  • “La idea [del CIS] es poder seguir alimentando al grupo de personas en el país que se dedican a la investigación social y que puedan trabajar acompañados de gente experimentada.” Hasta donde se sabe, no hubo un concurso público y meritocrático para desempeñar los puestos de investigadores del CIS y, actualmente, el CIS no funciona en base a convocatorias abiertas para proyectos de investigación. En esta frase, Villanueva ha olvidado decir que, en realidad, se trata de alimentar (es significativo el verbo que eligió) a investigadores que, por una u otra razón, tienen relaciones privilegiadas con funcionarios de gobierno. Darle de comer entonces a una nueva nobleza de estado, dentro de la cual pocos están capacitados de defender su posición en base a sus méritos. 
  • “Somos algo heracliteanos, no nos gusta ver fotografías en momentos del tiempo para ver cómo ha cambiado de A a B, sino entender que las fotografías de un momento determinado están en movimiento, tienen información de un proceso de transformación constante.” Dejando de un lado lo confuso de todo esto, suponemos que Villanueva sabe que Heráclito no veía, no podía ver, fotografías, y que podía haber  buscado una figura más clara y menos snob para decir lo mismo. Pero ahí, tal vez, no hubiera parecido un intelectual público. Ya en serio, ¿qué quería decir? ¿Qué en el CIS no les interesa el largo plazo? (Con lo que mostraría que no está al tanto ni de las propias investigaciones que hacen.) ¿qué prefieren el análisis de las coyunturas?, ¿qué el CIS está en la vanguardia del pensamiento en Bolivia?
  • “Quisiéramos ir más allá de las categorías analíticas con las que acostumbrados leer la realidad de Bolivia, es decir, empresariado, campesinado, mineros, proletariado, como si fueran categorías estáticas.”  Quizá esta frase era pertinente a finales de los 70 y principios de los 80, ¿pero ahora? O Villanueva ha leído muy poca teoría social y ciencias humanas escritas en Bolivia (le hubiera bastado con leer al último Zavaleta o la Silvia Rivera del mestizaje colonial andino, para comenzar) o su afán de justificar su pega lo lleva a simplificaciones muy huasas. Hay que notar que se ha cuidado de usar la palabra “indígenas”, que quizá le hubiera traído problemas con su (s) jefe (s). En cuanto al único ejemplo que da para justificar su afirmación, Economías populares, es claro, para cualquier lector más o menos informado, que las investigaciones acerca de este tema - las del propio Tassi - comenzaron mucho antes de la aparición del CIS. Aquí Villanueva se anota un gol que no ha marcado. 
  • Cuando le preguntan por los ataques de algunos funcionarios públicos [léase los ataques de su jefe directo, García] al trabajo de otros intelectuales e investigadores, Villanueva da una lección de cinismo bien aprendido: “Para nosotros es un gran logro que puedan tener un espacio en el que pueda haber un diálogo directo”. ¿A cuál espacio y diálogo se refiere, si es justamente el Vicepresidente quien amenaza la existencia de un campo intelectual en el que se pueda disentir?   
  • “Hay que… ayudar al Estado, no al gobierno [como si hoy fueran distintos, nota de la autora], para que sepa leer el presente”.  O sea, para Villanueva, el CIS es un think tank de producción de antropología o sociología aplicada, que hereda la óptica, las preocupaciones y los prejuicios ideológicos estatales. O sea, habría que corregir lo que decíamos al principio, uno de los objetivos del CIS no es sólo alimentar a la nobleza estatal de investigadores que mantienen un vínculo privilegiado con los clanes gubernamentales, sino a aquellos que están dispuestos a abandonar las preocupaciones académicas que no se encuadran en la mirada estatal (o cuyos intereses coinciden, con mejores o peores resultados, con la mirada estatal). 
  • “[El balance de los 10 años del proceso político] estaría estructurado en tres líneas [transformación social, transformación política y transformación económica], y como tema pendiente a investigar posiblemente esté la transformación de la matriz productiva o la industrialización” Una confirmación de lo anterior: el tema estructural – que, más allá de la retórica, permitiría una discusión interesante y larga -  es un tema pendiente, secundario, que posiblemente habría que investigar.  


Nietzsche ha hablado en algún lugar de los espíritus que enturbian las aguas para hacerlas parecer más profundas. Leyendo la entrevista, tenemos la impresión de que Villanueva es el paradigma de intelectual orgánico del proceso de cambio, o sea un pajpaku (en el peor sentido de la palabra), que reúne la capacidad más requerida por los políticos profesionales de este país: la capacidad de contradicción performativa**: notoria, por ejemplo, en su habilidad para combinar creativa y vagamente conceptos que en realidad dicen muy poco, lo que le permite hacer pasar su ignorancia por erudición, o en su habilidad para presentar la dependencia del estado como autonomía, o en su capacidad para hacer pasar los privilegios de los nuevos mandarines como bienes públicos. Acá sólo hemos seleccionado algunas de las cosas que dice. La entrevista, en general, da una impresión mucho peor. 

Con todo, tal vez hay algo bueno que decir. Con Villanueva ocupado del todo en el papel de bufón público y dedicado a la política de los medios, puede ser que los otros investigadores tengan el tiempo necesario para investigar y escribir, y que entonces el CIS produzca textos que valgan la pena. Habrá que leer lo publicado hasta ahora, esperar, y ver. 


* En una crónica de Álex Ayala Villanueva declara solemnemente: “… Creo que tengo predisposición genética [para la interpretación de la quena], una memoria ancestral.”

** Esta idea se la he escuchado al crítico de cine y literatura Mauricio Souza. 


miércoles, 2 de diciembre de 2015

Procrastinaciòn o la revolución en el jardín

Procrastinación (2015, 70’), dirigida por Sergio Pinedo 
Sinopsis: Es una serie de imágenes, situaciones y eventos aleatorios; un registro visual atemporal de personajes, lugares e historias, una creación narrativa a través de la conjunción de eventos grabados en secuencias aleatorios involucrando a 4 personajes que carecen de moral, ética y “normales” o “tradicionales” aspectos de comportamiento. Todo apilado en el mismo registro de grabación que muestra un aspecto oscuro del comportamiento, la aleatoriedad de la vida y una mirada sombría de todos nosotros. (www.festivalcineradical.com)


Procrastinación tiene la forma de un vhs que ha sido muchas veces regrabado, en el que han quedado sedimentadas varias capas de memoria, donde las imágenes de los performances de una familia extraña e inverosímil conviven con imágenes televisivas o con el registro de lo que parece una fiesta nativa o fotografías de un rollo de 35mm.

Procrastinación no parece obedecer a ninguna trama u ordenamiento, se postula como sucesión de imágenes de ficción, domésticas, rastros televisivos, parece un corte posible, entre otros, del caótico espacio visual de este país.

Así, en sus mejores ratos, Procrastinación se presenta como una superficie pura, como un serie de presencias que no sólo resisten sino que rechazan toda interpretación, una suerte de hecho cinematográfico total, que pone en entredicho la tendencia de usar el medio cinematográfico para ensayar alegorías de la nación boliviana  – y pensando en esto la elección del título es un gran acierto. Voy a recordar por mucho tiempo el plano nocturno y misterioso de los miembros de la familia vestidos con trajes de morenos, deslizándose por las calles de La Paz, burlándose de todos.

Sin embargo, Procrastinación no se abandona al azar y al descontrol, y no se abandona porque, a pesar de todo, no deja de creer (o cree a medias), en los personajes de ficción, en la puesta en escena, en la cordura. Las secuencias dedicadas al ocio de la familia, que ocupan la mayor parte de la película, no dejan de parecer improvisaciones parciales, pudorosas,  que están muy cerca de los registros de los momentos de ocio de las clases altas bolivianas. Ahí, el escándalo es un escándalo privado, circunscrito a la casa, a la finca, al automóvil, donde los incestos son un tema de conversación inofensivo, y la violencia se limita a la destrucción de objetos inútiles. En lugar de continuar con la creación y el registro de imágenes improbables, de un irracionalismo poderoso, Pinedo se abandona a una suerte de crónica superficial e idealizada de un grupo de jóvenes alegres y privilegiados.    

Cuando le preguntaron cómo había decidido la duración de la película, el director respondió que en realidad la película podía haber terminado en cualquier otro lugar, tal vez seis horas después. Bajo la misma lógica, el espectador podría preguntarse si acaso Procrastinación no podría durar 60 o 50 minutos menos, (o ser proyectada continuamente en otro espacio, una galería de arte, digamos, donde el espectador podría decidir cuando retirarse). Así, circunscrita a una arqueología de planos enigmáticos, inenarrables, irreducibles a un proyecto clasista o una representación estatal, tal vez Procrastinación me habría deslumbrado.
  



jueves, 26 de noviembre de 2015

Y tú, qué ves?


Continuamos las reseñas breves de películas que vimos en el Radical. 
Y tú, qué ves? (30min), realizada por Violeta Montellano

El cortometraje registra la historia de 3 de los alumnos de un curso de fotografía para no videntes. El cortometraje, dice la directora, se propone ampliar las percepciones del público al cuestionar ‘el contexto oculocéntrico actual, y sugerir que la significación de la imagen supera los límites de lo visible’. 
 
El cortometraje registra la experiencia del curso a partir de a) planos negros, en los que una voz maquinal describe una imagen, que aparece después de la descripción; a estas imágenes ausentes, les siguen b) registros del taller de fotografía para ciegos, y a estos registros, a su vez,  les siguen c) las exploraciones fotográficas de tres alumnos, acompañados por entrevistas. 

Para ser un cortometraje que se interroga por el significado de la imagen y sus límites, la forma cinematográfica a la que recurre la realizadora es muy convencional e incluso acinematográfica  o precinematográfica. La descripción oral de las imágenes, el registro naturalista, sin intervenciones, el montaje realista y de continuidad, las entrevistas en formato televisivo, todos hablan de una comprensión muy primaria del lenguaje del cine que no se corresponde con su tesis teórica, que, frente a las imágenes, parece desmedida y fuera de lugar (dejando de lado la discusión acerca de si el cine es un medio idóneo para exponer o discutir o argumentar ideas). O sea, el cortometraje pretende superar los límites de la imagen, pero lo hace recurriendo a una forma cinematográfica muy limitada. 

Más que cuestionar la centralidad de la visión en la percepción contemporánea del mundo, Y tú, qué ves? muestra algo mucho más básico: si una idea cinematográfica no está acompañada del dominio del medio, de su transformación en un ensamblaje de producir emociones, pierde vida, se apaga. 

Y tú, qué ves?, según he podido leer por ahí, es un proyecto paralelo a la tesis de maestría en antropología visual de la autora. Y esa sensación da, la de ser un apéndice, un proyecto derivado, que en este caso no sé qué tanto le aporta a la tesis. El mediometraje me ha dejado la sensación de que los 30 minutos que desperdicié viéndolo hubieran estado mejor dedicados a leer el texto del que partió, que debe ser más interesante que este pretencioso documental.   

viernes, 20 de noviembre de 2015

4 en 1

4 en 1 (20', HD), dirigida por Paolo Agazzi

4 en 1
es un ejemplo extremo de lo jodido que está la mayoría del cine boliviano de ficción. Es un cortometraje tan deficiente, torpe y reaccionario, que resulta pedagógico acerca de los problemas de una forma de pensar y hacer cine, cuyas limitaciones se pueden rastrear con claridad durante sus 20 minutos de duración.

4 en 1 es un cortometraje, como lo presenta su director, ‘sobre distintos tipos de violencia de género’. El cortometraje está compuesto por 4 planos fijos, de 5 minutos de duración, en los que aparece invariablemente una mujer ocupada en una actividad cotidiana – la primera, por ejemplo, plancha - , mientras que, en el plano sonoro, se escucha el sonido de otra situación, que remite a la violencia que sufre la mujer que aparece en el cuadro – el plano de la mujer que plancha está acompañado de las voces de cuatro hombres emborrachándose, jugando al cacho, y haciendo comentarios machistas.

4 en 1 es, desde el comienzo, un cortometraje de estereotipos. La madre abnegada que plancha y trabaja en casa, mientras su esposo se emborracha; la adolescente que va a la iglesia a rezar, arrepentida, después de que su novio la ha violado; la mendiga que pide dinero en la calle, mientras una mesera española lee el menú de un restaurante carísimo; la bebé inocente que duerme mientras sus padres se insultan y se lastiman. Parece que Agazzi sabe o ha leído poco acerca de las mujeres y sus luchas concretas en este país, y no encuentra otra forma de representarlas que recurriendo al sentido común.   


Por otra parte, la voluntad de representación totalizante del cortometraje no ayuda a darle mayor profundidad. El que aparezcan cuatro mujeres de distintas edades y clases sociales, no permitedetenerse en ninguna de ellas, y se termina reforzando la simplificación.  
 

Si bien 4 en 1 es un cortometraje de estereotipos, podríamos esperar que al representarlos Agazzi exhiba más destreza, y los construya con matices, claroscuros, ingenio. Pero la representación – que viene sobredeterminada por el sonido extradiegético – es muy tosca, inverosímil, casi ridícula: los hombres que juegan al cacho parecen sacados de un show cómico, la mesera del bar tiene acento español (en un país en el que todo lo que se imagina como europeo tiene un lugar preponderante), la conversación mientras los amantes están supuestamente cogiendo es falsa y grotesca. Y todo esto porque, ni intentando tratar un problema social real, Agazzi puede salirse de la falta potencia que le da una puesta en escena férreamente controlada, cuyos fundamentos son el guión rígido y la actuación.


Agazzi ha dicho que se trata de un cortometraje experimental. (Esto dice de mucho de cuánto cine ve, y de qué tipo de cine se trata.) Pero 4 en 1 es más bien una muestra de que la experimentación no tiene tanto que ver con las convenciones banalizadas del llamado cine lento, como con una práctica del cine que encuentra una forma necesaria. A pesar de sus planos fijos, de su alejamiento de las acciones visuales, y de su sonido dislocado, 4 en 1 no hace más que reproducir la forma de realización decadente del cine de ficción boliviano y el sentido común sobre la violencia de género.

(Aunque no vamos a negar que puede resultarle útil a algún ministerio o a alguna organización financiada por la cooperación internacional en sus nobles tareas de educación.)