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miércoles, 11 de enero de 2017

¿Fernando Molina nos copia?

Cuando aparecieron las nuevas pornos, nuestras primeras imitadoras, nos dijeron que la copia es la forma más básica de la admiración y lo creímos. Ese blog, hoy extinto, tenía su gracia a pesar de los numerosos problemas que apenas conseguía esconder -- el peor de todos un pudor hipócrita que perpetuaba la dinámica de autocelebración y exclusión típica del grupo cerrado al que representaba.

Aquí estamos muy a favor de las falsificaciones, pero hay límites lógicos. Tres hombres vinculados de uno u otro modo al séptimo arte boliviano, teniendo en común la veterania amén sus perfiles tan disimiles, decidieron abrir su blog de reseñas cinematográficas el último fin de año. Ya otro rato hablaremos de eso, lo que aquí nos ocupa es indagar las pistas de un potencial crimen, quizás perpetrado por Fernando Molina en dicha plataforma. El conocido periodista paceño podría haber plagiado nuestra crítica de "Nana".

En su micro reseña de la ópera prima de Lucía Decker, Molina parafrasea y refusila ideas y frases de la crítica que publicamos aquí casi dos meses antes que él. Uno ya podría sospechar del texto de Molina por el simple hecho de hacer eco tan evidente de la hasta ahora única crítica "negativa" publicada sobre el filme, pero la cosa se pone más escabrosa cuando los argumentos que propone son idénticos (la duda del "afecto" entablado entre las dos mujeres, el abuso de la posición de privilegio de la directora, la aterradora facilidad con la que la cámara se inmiscuye en la intimidad de la nana, el menosprecio maquillado de fascinación bienintencionada, la aparente falta de consciencia de las asimetrías de poder, que el objeto real del documental es la directora y sus sensaciones de asombro y no así Huaycho, que la nana no participa en igualdad de condiciones del juego de roles cinematográfico, etc.) y hasta se expresan en términos similares (Molina es más conciso, aunque no le hace ascos a usar el concepto de "patronazgo" que nosotros introducimos ya en el título, igual menciona la "anécdota" de los problemas con el español de Hilaria Huaycho y la gracia que le causan a la patrona/realizadora). Más allá de eso, el de Molina es un texto tan desprolijo y deficiente que confunde la película de Decker con la chilena "La Nana". Hasta donde sabemos Huaycho no aparece en la comedia que David Silva estrenó en 2009. (Nota: El artículo fue corregido luego para cambiar "La Nana" por "Nana", aunque la página de Facebook del blog conserva la versión con el error original.)

No lo esperábamos de Molina, aunque tan deplorable proceder aporta un matiz más al retrato robot de la "crítica" en Bolivia que creemos se ha ido formando en este blog. Así, pues, nos preguntamos: ¿Sabrá Molina que el plagio es un delito? ¿Que carreras periodísticas/académicas más distinguidas se han arruinado por menos que esto? ¿Nos estamos excediendo en nuestro celo egocéntrico y haciendo lío de una simple coincidencia? ¿Debemos sentirnos halagadxs o buscar ya no más a nuestrx abogadx? ¿Nos leyó Molina y sufrió una repentina amnesia al momento de citar la fuente? Hasta mientras, queridxs lectorxs, lxs dejamos con la evidencia.


"La Nana" (Fernando Molina, 27 de diciembre de 2016, Tres tristes críticos)

Acaba de estrenarse el documental “Nana”, de la boliviana Luciana Decker. Y resulta difícil hacer una reseña del mismo, porque el asunto que trata es, para nosotros, el más delicado. Además de consideraciones estéticas, este nos exige hacer otras de carácter político y ético.

Decker muestra, durante 60 minutos, a su “nana”, a la empleada de su casa por 40 años, con la que tiene una de esas relaciones afectivas “casi-madre-hija”, en las que toda la cuestión reside en este “casi”, marca de la cercanía y, a la vez, trágicamente, de la imposibilidad. Al final, queremos mucho a nuestras nanas (“el afecto nunca ha estado ausente de nuestras formas de vivir lo señorial”, dice el crítico Mauricio Souza a propósito de este filme), pero no dejamos de ser, ni en nuestra consciencia ni en la suya, sus patrones. El documental de Decker opera en este campo de ambigüedad pero -ahí está el problema- sin mucha consciencia del mismo. Sin consciencia, en concreto, de lo que una aproximación así a una persona (la cámara prácticamente se echa encima de la nana) tiene de racista. Hilaria Huallpo es una mujer fuerte y encantadora. También una mujer que no habla bien el español y que no sabe lo que es una orquesta sinfónica. ¿Qué mantiene el interés del espectador en ella? ¿Qué genera el interés de la cineasta en ella? ¿Qué justifica que nos acerquemos tanto a ella que casi podamos sentir su calor y su olor? La suposición subyacente e irreflexiva es que hay algo especial en ella y en su vida, algo excéntrico, peculiar,  que se deriva del hecho de que es india. La mirada del documental es la mirada maternal de quien se asombra y alegra de que los indios vivan así y sean como son. Si la perspectiva racista clásica ha sido la del asco por lo diferente, el racismo vergonzante y bien pensante es, en cambio, condescendiente con esta diferencia: “qué interesante”, “qué peculiar”, “qué colorido” es el mundo de esta indígena con la que puedo relacionarme de forma amorosa pero no horizontal. Hay una superioridad en el asombro que sin duda no es intencional, y que quizá resulte imperceptible para la cineasta y para el espectador. Esto desnuda cuán antigua, profunda y naturalizada es nuestra incapacidad de ver a los indígenas como a cualesquiera otros seres humanos. No, para nosotros no lo son: siempre serán algo especial, ya sea para derogarlo, ya para admirar su singularidad. ‘Mira cómo cultivan ocas, mira cómo acarrean piedras, qué interesante.’

En el documental (ya el género es toda una pregunta: ¿por qué hacer un documental de una amiga o una madre? No una biografía, donde ella podría erigirse como una individualidad, sino un documental, reservado para las cosas, para los fenómenos), la protagonista solo tiene relaciones con la cámara, todo lo demás es contingente y aislado. La película se condensa en ella y el objetivo. El efecto formal que resulta de esta insistencia es potente, a ratos simplemente bello. Pero este logro estético se obtiene, a mi juicio, a un alto precio moral. ¿Tiene derecho la cineasta de “capturar” así a una persona, la cual se lo admite, no sin cierta molestia, porque ella es su querida patroncita? ¿A una persona que es ajena al juego cultural en que esta práctica de filmación está inserta y que por tanto tiene un papel puramente pasivo, de “cosa animada”, en la confección del filme? Estos dilemas éticos, que son los de muchos documentalistas aquí y en cualquier otra parte, no parecen sin embargo haber atormentado mucho a los jóvenes realizadores de “Nana”.

martes, 3 de enero de 2017

Caja de Resonancia 019 : Qué dice y qué no dice la crítica en los medios bolivianos | Contribuciones

CDR019 - S. Morales, "Balance del cine boliviano en el 2016" (La llegada del tren, Diciembre de 2016)

Johnycito Sacaba<xxyyxxyy@gmail.com>
mar 27/12/2016 06:40 p.m.

Me parece bien desenmascarar a un grupo de seudoperiodistas que se han convertido en lo que ya se menciona en esta página: agentes, RRPP, compañeros de chelas, de los pseudocineastas con los que nos intentan vender humo. Sebastian Morales es parte activa de esa mafia. 

En su balance del 2015 dijo textualmente que no vio muchas películas ese año. ¿En serio? ¿Un crítico de cine que no ve cine?

Y este año rescata las películas que este bloque de mafiosos consideran buenas y promueven a través del Festival Radical. O al revés, que promueven a través del Festival Radical y por ende, porque les dieron los derechos de proyección/estreno, porque son sus amigos, venden que son buenas. Están cultivando un género que creíamos olvidado: “la crítica que no critica”.

Démosle una miradita al balance 2016 que hace el señor Sebastian Morales y que escribe sin ningún pudor.
  • El 2016 ha sido sin duda alguna uno de los mejores años para la cinematografía boliviana en al menos una década.  ¿Bajo qué parámetros se hace este juicio de valor? Es una afirmación antojadiza, como muchas de las afirmaciones que hace Morales. ¿Una década? Quizás encuentra un mejor rendimiento en el cine debido a que muchos de los trabajos que le sirven para afirmar tal cosa son de sus cuates de siempre. 
  • Varias películas  de vital importancia fueron estrenadas este año. Hay seis filmes para destacar: Viejo Calavera (Kiro Russo), Nana (Luciana Decker), Luz en la copa (Alejandro Perreyra) , Sol, piedra, agua (Diego Revollo), Saldos (Juan Alvarez-Durán y Jorge Sierra) y Engaño a primera vista (Johanan y Yecid Benavides Jr).  Nuevamente afirmaciones antojadizas, “vital importancia” ¿para quién? ¿para él? ¿para el cine? ¿para Bolivia? ¿para los cuates que menciona? No es casualidad que casi todos estos filmes se hayan proyectado en el Festival de Cine Radical, donde Morales es un habitué por no decir un co-organizador.
  • Estas obras son importantes por tres motivos. En primer lugar,  los realizadores de cada una de las cintas mencionadas, desde una visión personal, tienen muy claro el cine que quieren hacer y defienden. ¿Así que el Boulocq, el Agazzi, el Sanjinés, el Bellot, el de Días de boda y todos los que alguna vez agarraron la camarita y filmaron lo que les dio la gana, no tienen claro el cine que quieren hacer y defienden?
  • Desde propuestas marcadamente autorales como Nana o Luz en la copa hasta filmes que defienden el estatus de entretenimiento del cine como Engaño a primera vista, hay el gesto primordial de pensar el séptimo arte y traducir ese pensamiento en una obra coherente con los postulados que se asumen. ¿Los demás no pensaron? Parece que no. Solo piensan y son autorales los bendecidos por el Radical.
  • Esta situación, que aparece claramente en las seis películas citadas, no era común en una cinematografía como la boliviana. ¿No se cansa de imaginarse cositas? ¿De crear movimientos dentro del cine que no existen?
  • En segundo lugar, este año el cine boliviano ha tenido una gran visibilidad tanto fuera como dentro de las fronteras. Viejo Calavera ha ganado premios en los festivales más importantes del mundo y se ha escrito bastante sobre la película en varios medios extranjeros. Olvidados también se paseó por cuanto festival pudo, y tuvo alfombras rojas varias, y Carlita Ortiz hasta fue vista en CNN hablando de la película, entre muchos otros deslices exhibicionistas. Viejo Calavera ha ganado premios en festivales de segunda, y la mitad han sido menciones. El señor Morales sigue pasando materias para sacar su doctorado en Vender Humo.
  • Russo, en ámbitos cinéfilos, ha producido interés por lo que se hace en Bolivia en materia de películas. Al mismo tiempo, da la impresión que el público boliviano  está recuperando la confianza en el cine realizado acá.  Tanto Viejo calavera como Engaño a primera vista y Nana han tenido la capacidad de llenar grandes salas de cine. Engaño a primera vista sí consiguió llenar salas y estar en cartelera un tiempito, sobre todo en La paz, gracias también a que es apoyada por el MegaCenter. Viejo Calavera solo duró una semana en ciudades como Cochabamba, Santa Cruz, y etcéteras. Decir que se generó interés afuera es mentir una vez más, la movieron bien que es distinto. En público hubo el interés de la misma gente que asiste a ver Olvidados, o Juana Azurduy. Los mismos espectadores de siempre. Quizás lo más anecdótico es lo sucedido con Nana, cuando en su exhibición/debate en La Paz se quedaron discutiendo tres horas si era racista o no. Con las palabras de la tía de Decker, quedó claro que sí. La niña patrona nomás. El público boliviano no recupera confianza en el cine local. Prueba de ello es que ninguna de estas películas se sostuvo en cartelera más tiempo del usual. No sabía que Morales era Miss Bolivia Cine y nos representaba a la hora de decir qué pensamos los espectadores.
  • Finalmente, estas películas son importantes porque fortalecen un modo de producción sustentable, lo que permite pensar que lo que ha pasado el 2016, puede repetirse en el futuro. Viejo calavera y Nana son películas que han consolidado equipos de trabajo que seguramente van a repetir los éxitos alcanzados. La bola de cristal de Morales es envidiable, seguro que gracias a ella pudo saber antes que nadie que Trump ganaba las elecciones en USA. No es secreto que los famosos “equipos de trabajo” bolivianos a los que alude andan peleándose por todo y por nada. Les das unos segundos de prensa y ya empiezan a cuestionarse y pasarse factura los unos a los otros.
  • En el caso de Russo, ya es habitual, desde su etapa de cortometrajista, su colaboración con Pablo Paniagua (fotografía) y Gilmar Gonzales (en el guion). Mientras que Decker está apoyada por sus compañeros de la Escuela Popular del Cine Libre: Miguel Hilari (El corral y el viento) , Gilmar Gonzales, Joaquín Tapia y Simón Avilés. Se afianzan pues alianzas creativas, vitales para el  cine, sobre todo, en el complejo contexto boliviano. Saque su bola de cristal señor Morales y veamos cuánto duran las alianzas creativas entre tanto ego. Esperemos de pie, porque no vamos a necesitar sentarnos.
  • En este recuento, no se puede dejar de lado al acontecimiento cinéfilo del año: el Festival de Cine Radical. Si ese es el acontecimiento cinéfilo del año, estamos peor de lo que pensábamos. Morales no se cansa del onanismo y de autopublicitarse a través de un festival del que siempre ha sido parte.
  • El evento, en este año, ha dado un paso enorme para consolidarse como el festival más importante de Bolivia. Según quién. Me gustaría salir a la calle y preguntarle a la gente quién conoce el citado festival. Solo lo conocen ustedes y cuatro gatos locos más.
  • De hecho, cinco de las seis películas mencionadas tuvieron su estreno en el festival, convirtiéndose así en el espacio del cine boliviano por excelencia. De hecho, ese es el problema. Ese es el gran problema. Promueven malas películas, exhiben malas películas, y lo peor, no se dan cuenta.
  • Pero además, el festival ha logrado una  exquisita selección de películas extranjeras, que incluyeron la visita de grandes cineastas como José Luis Guerin o la dupla Perut+Osnovikoff. ¿Quién es José Luis Guerin? Un nadie que hace películas y documentales regulares, y la dupla Perut Osnovikoff, dos chilenos que no son malos documentalistas, pero que hacen trabajos que a nadie le interesa ver. Sí, sigan trayendo “grandes cineastas”.
  • Todos estos elementos permiten hablar con optimismo del cine boliviano. Hace años que el crítico de cine que no tiene tiempo de ver películas a lo largo de la año (aparte de las que mira en el Festival Radical) habla con optimismo del cine boliviano.
  • Hay por supuesto, varios retos que son necesarios tomar en cuenta para el 2017. Entre ellos, la consolidación del Festival de Cine Radical como el espacio por excelencia del buen cine. Para consolidarse, debe existir primero cimientos. No hay cimientos de espacio por excelencia del buen cine. Plantéense una mejor curadoría.
  • En segundo lugar, la apertura de espacios buenos de formación para futuros cineastas. La UMSA estaba en tratativas para ofrecer una carrera de cine, cosa que todavía no ha llegado a los frutos esperados. Perdón, pensé que éramos optimistas y que el cine boliviano estaba en su mejor momento en lo que va de la década. ¿Contradicciones?
  • En tercer lugar, es necesario reconocer la importancia de la investigación en cine en Bolivia. Si no hay investigación, no hay memoria y sin memoria, no hay una imagen del país. El hecho que se haya declarado desierto el fondo de fomento de la Alcaldía de La Paz en la categoría de investigación es sintomático de la incomprensión de la importancia de este rubro para el desarrollo de algo así como una cinematografía nacional.  ¿A quién debieron darle esa platita? Será que se declaró desierto porque nadie cumplía con los requisitos básicos. No imagino que haría el señor Morales con ese dinero entre sus manos. ¿Otro especial sobre el cine de Juan Carlos Valdivia?
  • En el cine, las películas son muy importantes, pero si no hay un apoyo institucional (como por ejemplo, festivales), los esfuerzos de los cineastas quedan en nada. ¿Cuáles serían esos esfuerzos? ¿Quiénes serían esos cineastas esforzados? Russo, Decker? Valdivia?
  • Así como se le exige al cine cumplir ciertos estándares, la crítica boliviana tiene que dejar de ser tan lambizcona. Los lectores nos damos cuenta quién es quién y cuándo tienen una agenda. 


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