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jueves, 26 de noviembre de 2015

Y tú, qué ves?


Continuamos las reseñas breves de películas que vimos en el Radical. 
Y tú, qué ves? (30min), realizada por Violeta Montellano

El cortometraje registra la historia de 3 de los alumnos de un curso de fotografía para no videntes. El cortometraje, dice la directora, se propone ampliar las percepciones del público al cuestionar ‘el contexto oculocéntrico actual, y sugerir que la significación de la imagen supera los límites de lo visible’. 
 
El cortometraje registra la experiencia del curso a partir de a) planos negros, en los que una voz maquinal describe una imagen, que aparece después de la descripción; a estas imágenes ausentes, les siguen b) registros del taller de fotografía para ciegos, y a estos registros, a su vez,  les siguen c) las exploraciones fotográficas de tres alumnos, acompañados por entrevistas. 

Para ser un cortometraje que se interroga por el significado de la imagen y sus límites, la forma cinematográfica a la que recurre la realizadora es muy convencional e incluso acinematográfica  o precinematográfica. La descripción oral de las imágenes, el registro naturalista, sin intervenciones, el montaje realista y de continuidad, las entrevistas en formato televisivo, todos hablan de una comprensión muy primaria del lenguaje del cine que no se corresponde con su tesis teórica, que, frente a las imágenes, parece desmedida y fuera de lugar (dejando de lado la discusión acerca de si el cine es un medio idóneo para exponer o discutir o argumentar ideas). O sea, el cortometraje pretende superar los límites de la imagen, pero lo hace recurriendo a una forma cinematográfica muy limitada. 

Más que cuestionar la centralidad de la visión en la percepción contemporánea del mundo, Y tú, qué ves? muestra algo mucho más básico: si una idea cinematográfica no está acompañada del dominio del medio, de su transformación en un ensamblaje de producir emociones, pierde vida, se apaga. 

Y tú, qué ves?, según he podido leer por ahí, es un proyecto paralelo a la tesis de maestría en antropología visual de la autora. Y esa sensación da, la de ser un apéndice, un proyecto derivado, que en este caso no sé qué tanto le aporta a la tesis. El mediometraje me ha dejado la sensación de que los 30 minutos que desperdicié viéndolo hubieran estado mejor dedicados a leer el texto del que partió, que debe ser más interesante que este pretencioso documental.   

viernes, 20 de noviembre de 2015

4 en 1

4 en 1 (20', HD), dirigida por Paolo Agazzi

4 en 1
es un ejemplo extremo de lo jodido que está la mayoría del cine boliviano de ficción. Es un cortometraje tan deficiente, torpe y reaccionario, que resulta pedagógico acerca de los problemas de una forma de pensar y hacer cine, cuyas limitaciones se pueden rastrear con claridad durante sus 20 minutos de duración.

4 en 1 es un cortometraje, como lo presenta su director, ‘sobre distintos tipos de violencia de género’. El cortometraje está compuesto por 4 planos fijos, de 5 minutos de duración, en los que aparece invariablemente una mujer ocupada en una actividad cotidiana – la primera, por ejemplo, plancha - , mientras que, en el plano sonoro, se escucha el sonido de otra situación, que remite a la violencia que sufre la mujer que aparece en el cuadro – el plano de la mujer que plancha está acompañado de las voces de cuatro hombres emborrachándose, jugando al cacho, y haciendo comentarios machistas.

4 en 1 es, desde el comienzo, un cortometraje de estereotipos. La madre abnegada que plancha y trabaja en casa, mientras su esposo se emborracha; la adolescente que va a la iglesia a rezar, arrepentida, después de que su novio la ha violado; la mendiga que pide dinero en la calle, mientras una mesera española lee el menú de un restaurante carísimo; la bebé inocente que duerme mientras sus padres se insultan y se lastiman. Parece que Agazzi sabe o ha leído poco acerca de las mujeres y sus luchas concretas en este país, y no encuentra otra forma de representarlas que recurriendo al sentido común.   


Por otra parte, la voluntad de representación totalizante del cortometraje no ayuda a darle mayor profundidad. El que aparezcan cuatro mujeres de distintas edades y clases sociales, no permitedetenerse en ninguna de ellas, y se termina reforzando la simplificación.  
 

Si bien 4 en 1 es un cortometraje de estereotipos, podríamos esperar que al representarlos Agazzi exhiba más destreza, y los construya con matices, claroscuros, ingenio. Pero la representación – que viene sobredeterminada por el sonido extradiegético – es muy tosca, inverosímil, casi ridícula: los hombres que juegan al cacho parecen sacados de un show cómico, la mesera del bar tiene acento español (en un país en el que todo lo que se imagina como europeo tiene un lugar preponderante), la conversación mientras los amantes están supuestamente cogiendo es falsa y grotesca. Y todo esto porque, ni intentando tratar un problema social real, Agazzi puede salirse de la falta potencia que le da una puesta en escena férreamente controlada, cuyos fundamentos son el guión rígido y la actuación.


Agazzi ha dicho que se trata de un cortometraje experimental. (Esto dice de mucho de cuánto cine ve, y de qué tipo de cine se trata.) Pero 4 en 1 es más bien una muestra de que la experimentación no tiene tanto que ver con las convenciones banalizadas del llamado cine lento, como con una práctica del cine que encuentra una forma necesaria. A pesar de sus planos fijos, de su alejamiento de las acciones visuales, y de su sonido dislocado, 4 en 1 no hace más que reproducir la forma de realización decadente del cine de ficción boliviano y el sentido común sobre la violencia de género.

(Aunque no vamos a negar que puede resultarle útil a algún ministerio o a alguna organización financiada por la cooperación internacional en sus nobles tareas de educación.)

lunes, 9 de noviembre de 2015

Aquiles castro, de luz Flores

Continuamos con la serie de reseñas breves de las películas que vimos en el Festival de Cine Radical. 

Aquiles Castro (4', HD)
Dirección: Luz Flores

Fotografía: Rodrigo Álvarez
Maquillaje: Magaly Mamani
Utilería: Leydi Quecaña

Una niña camina por una zona periférica de la Ciudad de El Alto, donde la frontera con el campo se desdibuja y las paredes de ladrillos se intercalan con los campos de cultivo. Lleva uniforme escolar y mochila, regresa a casa; la vemos de frente, la cámara la sigue, sin  cortes.  

Cuando la niña dobla una esquina, vemos también, al fondo, a un hombre fornido, encapuchado, que comienza a seguirla. Cuando el hombre intenta quitarle la mochila, el cortometraje gira hacia un desenlace inesperado y un final teñido de humor negro. 

De entre toda la muestra de películas bolivianas, Aquiles castro era quizá la única que juntaba, de una manera audaz, una forma de narrar popular y una forma cinematográfica experimental. Era un cortometraje de acción filmado en una plano secuencia, que además hablaba desde una perspectiva innovadora, acerca de la violencia contra las mujeres y las niñas. Apenas 4 minutos que me hicieron pensar en todo lo que es necesario olvidar o aprender de nuevo para volver a mirar genuinamente. 

(Se puede ver el cortometraje en línea, pero la versión disponible tiene un sonido extradiegético que le quita la fuerza de la versión que pudimos ver.)