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domingo, 25 de junio de 2017

Los buenos mueren

¿Somos los únicos que nos alegramos por la muerte de Letra Siete? No es exactamente que lo celebremos, pero ni es para tanto ni mucho menos un signo del fin de los tiempos. Por las reacciones de los actores y gestores culturales uno creería que más que reducirle páginas o cambiarle nombre a una separata, Página Siete les está prohibiendo hablar de tema culturales. ¿No hay otros sitios y formas para hacerlo? ¿Un blog como este, por ejemplo? ¿Será que queremos siempre lo fácil y de paso lograrlo sin esfuerzo? ¿Que la cosa no es hablar de cultura sino que nuestro nombre salga en un periódico? ¿Duele perder la cuota de poder de la amistad del editor del suplemento? ¿Otra vez vamos a lamentar la falta de apoyo estatal?

Mejor pensemos en algunas de las causas del epidémico cierre de suplementos culturales en Bolivia. A luz de esa evidencia se hace obvio que lo raro es que semejantes bodrios aguantasen tanto tiempo, no que desaparezcan. Nuestro sujeto experimental, elegido aleatoriamente pero ni tanto, será el número homenaje que acaba de dedicarle un suplemento cultural cochabambino a Letra Siete. 

Enumeremos:

1. Los suplementos culturales bolivianos son productos periodísticos muy malos
Comenzar un artículo con una palabra que no existe ("Pareciera") es grave como señal de que ni los propios editores del suplemento son capaces de leer lo que publican y corregir poniendo un "Parece" o "Parecería" en su lugar. Es un mínimo exigible a gente cuyo oficio es la comunicación, ya por no hablar de artículos estimulantes intelectualmente, bien redactados, frescos, informativos.

No es un lunar. En el mismo número la nota de prensa a un músico boliviano se deja sin retocar, como si se tratase de un producto propio de la redacción del suplemento. Eso es una muestra de desidia absoluta. Ni siquiera se atreven a quitar ese "labura" que es un barbarismo obvio. No pasa nada si se trata de una noticia, pero aquí estamos hablando de una nota de tapa. Otro artículo está lleno de errores sintácticos. Podríamos seguir buen rato.


2. Los suplementos culturales bolivianos son un pésimo producto cultural
En la otra nota dedicada a llorar la desaparición de Letra Siete, el autor dice que los suplementos culturales bolivianos los escriben expertos. Permítannos dudarlo, atendiendo el bajísimo nivel de los artículos que suelen incluir. Los referentes culturales del autor de este encomio, que suponemos se considera un experto, llegan a la película de superhéroes de la semana. Sí, la figura que intenta ensayar sobre los pistoleros está levantada de "Logan". No está solo. En otra nota un columnista tilda de "magna e icónica" a la banda chilena Los Búnkers. Otra nota se dedica a publicar la clase de encomio post-mortem de naturaleza privada que se lee en un funeral o se publica en redes sociales, pues le interesa exclusivamente a los deudos y amigos de la familia. No es un asunto cultural en sentido estricto, pues.

¿Y qué hay con eso de piratear artículos de medios internacionales? ¿Tiene algún valor republicarlos con tres o más días de retraso? ¿Es tan condescendiente su visión del lector que creen que no se enteraría o sabría dónde buscar si ellos no le acercan el tema y artículo? Hay mejores formas de llenar páginas, nos parece.

Incluso admitiendo que nosotros somos algo así como satélites del mundo cultural local, nos cuesta encontrar razones para leer este suplemento. Suponemos mucho peor el caso de alguien cuya vinculación con el mundillo sea incluso más contingente.


3. La gente que llora la desaparición de un suplemento cultural no tiene idea hacia dónde y cómo se mueve el negocio
Tampoco los que hacen el suplemento, lo que es peor. Consideran algo malo que les pidan notas cortas y dinámicas, esgrimen a El País como gran argumento de defensa o alguna revista que permite artículos largos y profundos... Quizás sin saber que El País tiene como meta a mediano plazo migrar su contenido casi totalmente al formato audiovisual, o que el modelo de negocio que funciona en un contexto y caso determinado, no necesariamente lo hará aquí. La gente que financia, digamos, Radar no existe en Bolivia. Y tampoco es que los periodistas locales escriban textos a ese nivel. ¿Entonces, sin neumáticos y motor, cómo queremos que la misma carrocería funcione aquí?


4. Lo último que le interesa a los suplementos culturales es la "cultura"
Una nota dedicada a una amiga fallecida, otra a la vida académica de un desconocido escritor de fin de semana, dos defensas del suplemento cultural como foro que se terminan convirtiendo en excusas para hablar de uno mismo, una paja seudo filosófica, dos notas promocionales ni siquiera maquilladas. Juzgue usted mismo.


5. Los suplementos culturales no los leen ni los mismos actores y gestores que luego lloran por ellos
Posiblemente sea por las razones uno y dos de esta lista, pero pasa muy a menudo. ¿Saben realmente qué piensan los lectores sobre ellos? ¿Qué esperan encontrar en sus páginas? Si la respuesta es afirmativa, fruto de un acercamiento sincero y no de intuiciones o la proyección de deseos personales, pues nos merecemos morir como suplemento por nuestra petulancia. Si la respuesta es negativa, nos merecemos morir también por perezosos. ¿Cómo esperamos que "compren" nuestro producto? ¿Podemos defendernos siquiera sin esa información, cuando los dueños de los periódicos deciden que se cansaron de perder plata manteniendo el suplemento? Sí, usamos esa figura porque muchas de las defensas de los suplementos insisten en que invertir en un suplemento cultural es un acto de generosa humanidad. Caramba.



¿Tenía mejor nivel Letra Siete que La Ramona? Eso es fácil. Pero ojalá fuera un caso puntual. Podríamos tomar cualquier suplemento cultural boliviano y hacer este ejercicio. Los resultados no serían demasiado distintos.

Visto lo visto, ¿Toca replantearse lo que es y qué debe cubrir un suplemento cultural en Bolivia hoy? ¿Por qué tendría que hacer lo mismo que Presencia Literaria o Fondo Negro, ambos décadas y generaciones de agentes culturales atrás?


Post scriptum: Anticipando los comentarios que intentarán ir por el lado de la precariedad de condiciones financieras (básicamente que no se le paga a los periodistas culturales), invitamos a los lectores a revisar blogs en los que se publica regularmente textos mejores que los de muchos suplementos culturales locales. Van unos cuantos ejemplos. Y lo hacen gratis. ¿Que el problema es que los periodistas no están formados para escribir a ese nivel? ¿Quién dijo que solo periodistas podían escribir en un suplemento cultural? Busquen mejores excusas.