Las que más las
impresionaron fueron Black Code (Louis Henderson) y Sleep has her house (Scott Barley).
Ahora A. y B. se preguntan
por qué, en concreto, mencionan estas dos películas y no otras, y no es tan
fácil responder.
B. dice que Black Code fue una sesión de chamanismo
político.
Es una película que se
apropia del nuevo régimen visual producido por la hipervigilancia estatal, y lo
utiliza para mirar la idea del
racismo estadounidense.
A. recuerda haber pensado que nunca – o muy pocas veces – había visto
un bosque de noche, una tormenta eléctrica, un caballo blanco como los vio en Sleep has her house.
Además, dice que es realmente notable haber logrado un montaje plástico (plastic cutting) utilizando métodos radicalmente distintos a los de Brakhage.
Además, dice que es realmente notable haber logrado un montaje plástico (plastic cutting) utilizando métodos radicalmente distintos a los de Brakhage.
Masabu (Carlos Benvenuto) también mantenía esa
dirección vanguardista, pero no les pareció tan filosa como las otras.
[Adición3.10.2017:] Benvenuto producía una suerte de diario fragmentado a partir de videos de origenes y formatos muy variados, y como que la forma total de la peli no lograba conectarlos bien.
Tal vez por eso les resultó muy larga.
[Adición3.10.2017:] Benvenuto producía una suerte de diario fragmentado a partir de videos de origenes y formatos muy variados, y como que la forma total de la peli no lograba conectarlos bien.
Tal vez por eso les resultó muy larga.
Y era muy misógina.
En todo caso, en una
entrevista Benvenuto dice que si una se queda a medias intentando hacer algo
nuevo, no puede ser tan malo, y tiene razón, hay 2 o 3 planos que ni A. ni B. van a olvidar.
A. llegó tarde a 6 (Eduardo Quispe) y sólo
aguantó media hora.
Dice que le gustó mucho lo
que decían el realizador y otros tipos que aparecían hablando a la cámara.
Quispe contraponía un cine inductivo a un cine deductivo, y alentaba a toda
cineasta a seguir este "noble sendero".
Uno de sus amigos describía
a la mayoría de cineastas y críticos peruanos como camaleones cuyo único
objetivo era el ascenso social.
Descripción que, dice A.,
tomará para las próximas cosas que escriba sobre cine boliviano.
Al final la película no terminaba de ser más que una sucesión de largas entrevistas y A. se salió antes de acabara.
Al final la película no terminaba de ser más que una sucesión de largas entrevistas y A. se salió antes de acabara.
Pero es interesante lo que
pasa en Perú, dice A., todos estos tipos pensando en un cine realmente
independiente, nuevo, contemporáneo.
No tenían planeado ir a
ninguna de las pelis de César González.
Ambas, sobre todo B.,
desconfiaban del personaje.
‘Mi cine puede ser malo o
bueno, pero es villero’, leyeron en una de sus entrevistas, y eso encendió todas las
alarmas.
Pero fue B., justamente, la
que terminó viendo Diagnóstico Esperanza
y parte de Atenas.
No le provocaron el
entusiasmo que le provocaron a otras espectadoras.
González logra cosas
buenísimas con sus actores naturales, pero le parecieron películas narrativas
más o menos convencionales.
A. no quiso ir a ver las
bolivianas.
B., en cambio, vio algunas.
Uyupama le pareció un típico
cortometraje de cine arte boliviano.
Es decir, un cortometraje
derivativo, motoso, que no dominaba sus medios expresivos para provocar lo que
habría querido.
Lo más evidente era el
desfase entre el tipo de presencia que requería de sus modelos para provocar
una cierto bloque de sensaciones y la actuación mediocre que conseguía.
Pero también podría
mencionar el montaje de manual.
Collita, por el contrario, le hizo
pensar que los cineastas más jóvenes han asimilado muy bien la representación
pulcra de sujetxs indígenas para el público europeo (que tantos éxitos le ha
dado a Socavón).
Igual una mierda pero al menos saben lo que están
haciendo.
República de las ideas les pareció la peor de todas las que vieron.
Educación cívica ilustrada.
No quiere pensar en los
metros de celuloide que usaron para eso.
Una película que termina de
demostrar que el cine de Torres es en general un proyecto que no evoluciona y que de ninguna
manera puede inscribirse – como pretende - en la gran tradición del cine
experimental.
¿Y cómo es que se exhibe en
el Radical?
Es que la curaturía de las
pelis locales es muy laxa.
Por no decir inexistente.
Fíjense en las otras
secciones: ahí siempre hay alguien empujando una o varias ideas de cine.
En Bolivia Radical no.
A. y B. no están de acuerdo en qué
habría que hacer al respecto.
A. piensa que habría que
diferenciar entre una sección de buenas pelis locales y otra de pelis locales,
a secas.
B. piensa que la sección
tendría que limitarse a las buenas, y que no hay por qué pasar malas películas
(en las que ni lxs organizadores creen).
Le tienta decir que Fuera de campo era una película
irregular, pero era una de las pocas que valía la pena ver.
Sino por toda la película, sí por el plano en que la mujer hablaba con voz robótica, que era de
una cualidad fantasmagórica insoportable.
Puede que Fuera de campo represente una ruptura en relación al registro
bienintencionado y más o menos transparente de indios, que hoy es el imaginario
hegemónico en el cine alternativo boliviano.
B. dice que no le sorprende
que ineptos como X. o Y., que para A. y B. representan lo peor de lo peor de la
crítica escolar boliviana, la hayan reseñado negativamente.
Ninguna de las 2 pudo ir a
las charlas que dio Ignacio Agüero.
Pero B. llegó al final de
una de estas charlas y dice que Agüero pontificaba mucho sobre el estado catastrófico del
mundo.
Y eso, bueno, eso puede hacerlo cualquiera.
Tampoco estuvo de acuerdo
con que hoy “ver un plano largo es lo más revolucionario”.
B. piensa que tal vez sea
exactamente lo opuesto.
¿Eran Huillet y Straub las que decían que una buena película siempre es mejor que su creadora?
¿Eran Huillet y Straub las que decían que una buena película siempre es mejor que su creadora?
Hasta ahora no han podido
decidir si era muy buena o sólo buena, pero no se arrepintieron de haber visto Como
me da la gana 2.
Por suerte, todas las
cineastas que Agüero entrevistaba reconocían tácita o explícitamente que lo
cinematográfico no se podía definir.
Aquello que ocurre cuando
no se está contando la historia, la vida de un cuerpo, las múltiples miradas,
un detalle en una toma.
Antes, ambas habían ido a El otro día, que les pareció una
película extraordinaria.
Ambas están de acuerdo en
que la mejor sección del festival sigue siendo Panorama Radical.
Y es la sección a la que va
menos público.
El Radical, como todo
festival, tiene su lado de espectáculo, que es el que más atrae espectadores, y opaca otras secciones.
Ambas se preguntan: ¿acaso es necesario
escuchar hablar a un/a director/a de cine?
¿Las películas no son
suficientes?
Bueno, es cierto que sin un poco de esnobismo estos eventos no sobrevivirían, así que no saben si joder mucho con eso.
Este blog no es un grupo cerrado más. Recibimos contribuciones, propuestas o cualquier otra cosa a pequeniascarnivoras@hotmail.com.