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viernes, 29 de septiembre de 2017

Radical 2017 | Works in progress

Las que más las impresionaron fueron Black Code (Louis Henderson)  y Sleep has her house (Scott Barley).
Ahora A. y B. se preguntan por qué, en concreto, mencionan estas dos películas y no otras, y no es tan fácil responder.
B. dice que Black Code fue una sesión de chamanismo político.
Es una película que se apropia del nuevo régimen visual producido por la hipervigilancia estatal, y lo utiliza para mirar la idea del racismo estadounidense.
A. recuerda haber pensado que nunca – o muy pocas veces – había visto un bosque de noche, una tormenta eléctrica, un caballo blanco como los vio en Sleep has her house.
Además, dice que es realmente notable haber logrado un montaje plástico (plastic cutting) utilizando métodos radicalmente distintos a los de Brakhage. 
Masabu (Carlos Benvenuto) también mantenía esa dirección vanguardista, pero no les pareció tan filosa como las otras.
[Adición3.10.2017:] Benvenuto producía una suerte de diario fragmentado a partir de videos de origenes y formatos muy variados, y como que la forma total de la peli no lograba conectarlos bien.
Tal vez por eso les resultó muy larga. 
Y era muy misógina.
En todo caso, en una entrevista Benvenuto dice que si una se queda a medias intentando hacer algo nuevo, no puede ser tan malo, y tiene razón, hay 2 o 3 planos que ni A. ni B. van a olvidar.  
A. llegó tarde a 6 (Eduardo Quispe) y sólo aguantó media hora.
Dice que le gustó mucho lo que decían el realizador y otros tipos que aparecían hablando a la cámara.
Quispe contraponía un cine inductivo a un cine deductivo, y alentaba a toda cineasta a seguir este "noble sendero".
Uno de sus amigos describía a la mayoría de cineastas y críticos peruanos como camaleones cuyo único objetivo era el ascenso social.
Descripción que, dice A., tomará para las próximas cosas que escriba sobre cine boliviano.  
Al final la película no terminaba de ser más que una sucesión de largas entrevistas y A. se salió antes de acabara.
Pero es interesante lo que pasa en Perú, dice A., todos estos tipos pensando en un cine realmente independiente, nuevo, contemporáneo. 


No tenían planeado ir a ninguna de las pelis de César González.
Ambas, sobre todo B., desconfiaban del personaje.
‘Mi cine puede ser malo o bueno, pero es villero’, leyeron en una de sus entrevistas, y eso encendió todas las alarmas.  
Pero fue B., justamente, la que terminó viendo Diagnóstico Esperanza y parte de Atenas.
No le provocaron el entusiasmo que le provocaron a otras espectadoras.
González logra cosas buenísimas con sus actores naturales, pero le parecieron películas narrativas más o menos convencionales.


A. no quiso ir a ver las bolivianas.
B., en cambio, vio algunas.
Uyupama le pareció un típico cortometraje de cine arte boliviano.
Es decir, un cortometraje derivativo, motoso, que no dominaba sus medios expresivos para provocar lo que habría querido.
Lo más evidente era el desfase entre el tipo de presencia que requería de sus modelos para provocar una cierto bloque de sensaciones y la actuación mediocre que conseguía.
Pero también podría mencionar el montaje de manual.
Collita, por el contrario, le hizo pensar que los cineastas más jóvenes han asimilado muy bien la representación pulcra de sujetxs indígenas para el público europeo (que tantos éxitos le ha dado a Socavón).
Igual una mierda pero al menos saben lo que están haciendo.  
República de las ideas les pareció la peor de todas las que vieron.
Educación cívica ilustrada.
No quiere pensar en los metros de celuloide que usaron para eso. 
Una película que termina de demostrar que el cine de Torres es en general un proyecto que no evoluciona y que de ninguna manera puede inscribirse – como pretende - en la gran tradición del cine experimental.
¿Y cómo es que se exhibe en el Radical?
Es que la curaturía de las pelis locales es muy laxa.
Por no decir inexistente.
Fíjense en las otras secciones: ahí siempre hay alguien empujando una o varias ideas de cine.
En Bolivia Radical no.
A. y B. no están de acuerdo en qué habría que hacer al respecto.
A. piensa que habría que diferenciar entre una sección de buenas pelis locales y otra de pelis locales, a secas.
B. piensa que la sección tendría que limitarse a las buenas, y que no hay por qué pasar malas películas (en las que ni lxs organizadores creen).   
Le tienta decir que Fuera de campo era una película irregular, pero era una de las pocas que valía la pena ver. 
Sino por toda la película, sí por el plano en que la mujer hablaba con voz robótica, que era de una cualidad fantasmagórica insoportable.
Puede que Fuera de campo represente  una ruptura en relación al registro bienintencionado y más o menos transparente de indios, que hoy es el imaginario hegemónico en el cine alternativo boliviano.
B. dice que no le sorprende que ineptos como X. o Y., que para A. y B. representan lo peor de lo peor de la crítica escolar boliviana, la hayan reseñado negativamente. 


Ninguna de las 2 pudo ir a las charlas que dio Ignacio Agüero.
Pero B. llegó al final de una de estas charlas y dice que Agüero pontificaba mucho sobre el estado catastrófico del mundo.   
Y eso, bueno, eso puede hacerlo cualquiera. 
Tampoco estuvo de acuerdo con que hoy “ver un plano largo es lo más revolucionario”.
B. piensa que tal vez sea exactamente lo opuesto. 
¿Eran Huillet y Straub las que decían que una buena película siempre es mejor que su creadora?
Hasta ahora no han podido decidir si era muy buena o sólo buena, pero no se arrepintieron de haber visto Como me da la gana 2
Por suerte, todas las cineastas que Agüero entrevistaba reconocían tácita o explícitamente que lo cinematográfico no se podía definir.
Aquello que ocurre cuando no se está contando la historia, la vida de un cuerpo, las múltiples miradas, un detalle en una toma.
Antes, ambas habían ido a El otro día, que les pareció una película extraordinaria.


Ambas están de acuerdo en que la mejor sección del festival sigue siendo Panorama Radical.
Y es la sección a la que va menos público.
El Radical, como todo festival, tiene su lado de espectáculo, que es el que más atrae espectadores, y opaca otras secciones.
Ambas se preguntan: ¿acaso es necesario escuchar hablar a un/a director/a de cine?
¿Las películas no son suficientes?
Bueno, es cierto que sin un poco de esnobismo estos eventos no sobrevivirían, así que no saben si joder mucho con eso. 

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